sábado, 9 de julio de 2011

Partir de la nada para contar una historia

Entrevista a Jorge Franco. Habla de su novela Santa Suerte.

Por Carlos M. Sotomayor

Conocido por novelas como Rosario Tijeras y Melodrama, el escritor colombiano Jorge Franco estuvo en Lima para presentar su nueva novela Santa suerte (Planeta, 2010). La presentación fue en la sala José María Arguedas, en la Feria Internacional del Libro (FIL-2010).


Suele haber un disparador que da pie a una novela. ¿En el caso de Santa suerte cuál fue el detonante?

Sí, incluso puede ser uno o varios los detonantes de una historia. En este caso había uno en particular: que era un poco como tratar de reivindicar un valor que tienen la imaginación y la intención dentro de la literatura. A veces hay una tendencia a darle mucho valor a las obras literarias que están íntimamente cercanas a una problemática real, o a una situación real. Yo mismo lo he hecho, porque me he basado en historias reales. Pero, de pronto me preguntaba dónde estaba ese derecho que tenía la invención en la literatura. Partir de la nada para contar una historia. De la nada es un decir, porque siempre se necesitan elementos reales, pero en este caso no había un referente de una historia real que me moviera. Porque es una novela que yo dije: voy a hacerla aquí en mi escritorio.

Hay también un enfoque temático distinto, si uno la compara con Rosario Tijeras...


Desde mi novela pasada, desde Melodrama, he venido dando como un giro en cuanto a la temática, de pasar de problemas amplios, sociales, macros a algo más íntimo como es el mundo familiar. He ido pasando de una visión general a una particular. También quería continuar con eso, metiéndome en el mundo de las familias, de familias disfuncionales. Y ver cómo esos problemas dentro de una familia generan una problemática de esa misma familia en un comportamiento dentro de una sociedad. Entonces, esta es una novela que me costó mucho trabajo por eso. Es una novela en la que primero debía conocer a los personajes. Irlos conociendo a medida que iba escribiendo. Y tampoco tenía muy claro cuáles iban a ser esos pasos siguientes en la historia. Me costó trabajo eso. Pero básicamente era eso: ejercer ese derecho de la imaginación y concentrarme en elementos más que todo formales. Cómo sacar una historia adelante, cómo contarla, buscar una estructura diferente...

Y las protagonistas son tres mujeres muy particulares, inolvidables, diría incluso...


Sí, pero al mismo tiempo yo siento que son mujeres mucho más reales de las que había trabajado. Yo había trabajado esas mujeres hermosas, seductoras, muy idealizadas; tal vez como todo escritor joven interesado en crear heroínas, mujeres que todo lo resolvían con su belleza y con su exotismo y con su sensualidad. Como el caso de Rosario Tijeras o la protagonista de Paraíso travel. Pero a partir de Melodrama (y esta novela) empiezo a trabajar con mujeres mucho más curtidas, con mucha mayor experiencia. Mujeres más enfrentadas como a una realidad más cotidiana. Son mujeres que como a los 40 años empiezan a preguntarse qué ha sido de sus vidas o cuál fue el camino que ellas trazaron en sus vidas para llegar a ese punto de desencanto y frustración.

Repasando tus obras anteriores, uno advierte que el universo femenino siempre te ha atraído...


Hombre, esa es una cuestión casi innata que tiene que ver también con el hecho de pertenecer a una familia preponderantemente femenina. Soy el único hombre entre varias hermanas. Y el hecho de tener tres hermanas generaba una presencia masiva de mujeres en mi casa, por las amigas que llevaban. Entonces, desde niño me vi rodeado de un mundo familiar femenino, y a veces entraba en conflicto con él, como es normal en un hombre rodeado de mujeres y de hermanas sobre todo en ciertas edades. Pero al mismo tiempo se me volvió natural. Y hay algo que comencé a encontrarle mucho gusto, sobre todo ahora que soy escritor: ver que ese mundo femenino es un mundo en el que predominan los sentimientos, las emociones, sobre todo en comparación con el mundo masculino. Y básicamente como escritor estoy buscando eso: sensaciones y emociones para transmitir. Yo creo que hay dos tipos de escritores: los que transmiten ideas y los que transmiten emociones y sensaciones. Y yo pertenezco a este último grupo.

¿Cómo determinaste la estructura de la novela?


Yo siempre lo vi como cuatro bloques: un bloque por cada mujer y un bloque independiente donde aparecen todos estos personajes variopintos que tienen que ver con una de ellas (Jennifer). Al comienzo, obviamente, voy probando. Pruebo estructuras, voces. De pronto decidí que lo apropiado para esta historia era que cada mujer se contara a sí misma, pero tampoco quise entrar de lleno a todas en primera persona. Opté por narrar una en tercera persona. Esa es Jennifer; y decidí que ella lleve la línea cronológica. Y que las otras dos sean como invitadas a su vida, pero contándose de una manera diferente. Una se cuenta en primera persona a través de unas cartas; y de alguna manera es primera y segunda persona porque le habla a un "tú". Y la otra es una primera persona, pero en un tiempo determinado. Son los últimos minutos de una persona que se está muriendo. Pero me parecía bueno que esa persona estuviera con esa presión de tiempo. Y a ella le incorporé otra voz interna, en segunda persona, que le habla a ella misma como un juez.

Una estructura difícil...


Me generó una dificultad bastante grande, porque el cambio de una voz a otra era difícil. Era como meterme en la voz de un personaje, luego apagarlo, para agarrar el ritmo y el tono de la siguiente. Y me tomó tiempo conocerlas, porque, como te dije, esta es una historia que no está basada en personajes que yo conocía.

Tú estudiaste cine...


Sí, estudié cine en Inglaterra...

¿Qué significa para ti que dos de tus novelas se hayan llevado al cine?


Pues hombre, me parece gratificante por muchas razones. Una de ellas es que siempre consideré que el cine es un gran arte. Y de hecho quise estudiarlo por eso. Si no lo ejercí fue por razones que tienen que ver con mi personalidad. Si algo me di cuenta cuando estudiaba cine es que iba contrario a lo que yo era como persona. Yo soy una persona muy sedentaria, me gusta la soledad, me gusta mi casa, el aislamiento. Y el cine marca otro ritmo: es un frenesí, una incertidumbre porque sales por la mañana y no sabes a qué hora vas a regresar. Yo en ese sentido soy caprichoso: me gusta estar en la casa y tener dominio de mis tiempos. Además, la dificultad de liderar grupos. Y son grupos complicados porque son grupos de artistas y hay muchos egos. Y a veces tienes que actuar como intermediario, como psiquiatra para que todas esas piezas funciones y encajen por el bien del trabajo total. Y además descubrí que escribiendo podía hacer casi lo mismo que quería hacer en el cine: contar historias. Y más tarde me he vuelto encontrar con el cine a través de las adaptaciones. Y me agrada ver que en mis historias otros artistas ven unas posibilidades de explorarlas no sólo a través del cine, también del teatro. Melodrama se adaptó al teatro. Rosario Tijeras se adaptó este año a la televisión. Y creo que la tienen vendida para el Perú también.


Nota: Esta entrevista fue obtenida del sitio otroLunes, pero inicialmente fue publicada en el sitio digital lamula.pe, el 27 de julio de 2010.

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